¿Crítica y honestidad? Preguntas, preguntas, preguntas

Dioni Sánchez Rubio

Dioni Sánchez es profesor e investigador en la Escola d’Art i Superior de Disseny de València.

Residencia Resiliencia

Desde el contexto en el que nos encontramos es muy complicado educar en diseño, ofrecer certidumbres al alumnado es un reto debido a la creciente automatización del trabajo, la precariedad en las condiciones laborales, la ausencia de futuros, la crisis del cambio climático, conflictos bélicos de todo tipo, la desafección hacia la clase política o los problemas de salud mental. Considero que aportar algunas ideas sobre el diseño crítico y activismo se hace muy difícil porque, ¿nos puede servir de algo lanzar una crítica? ¿Cómo y para qué? ¿Podemos ser diseñadoras y diseñadores críticos o activistas en nuestro contexto actual? A pesar de todo, considero que se pueden llevar a cabo acciones que nos permitan imaginar/construir escenarios futuros y eso es precisamente lo que el diseño crítico nos puede ayudar a hacer.

Parte del alumnado al acercarse por primera vez a las prácticas críticas1 suelen sentirse incómodos porque, de repente, todas sus certezas carecen de significado. Su primera reacción es cuestionarlo, piensan que es arte2 y dudan sobre su utilidad. Pero conforme su conocimiento al respecto se amplía, las tensiones y fricciones van desapareciendo. Este proceso es normal, no estamos acostumbrados a utilizar el diseño para problematizar nuestra contemporaneidad. Lanzar una crítica es algo que deberíamos hacer con más honestidad y resiliencia, abrazando nuestras inseguridades como parte del proceso. Y es normal que nos sintamos inseguros porque, lamentablemente, la Academia no nos ha enseñado a ser críticos. Sin embargo, considero que la crítica en el diseño puede activarse en todas las esferas de nuestra vida social. Tal y como nos sugiere Joannette van der Veer:

Desde las reseñas de Google hasta los tutoriales de Youtube, y desde los mostradores de servicios en línea hasta las solicitudes reales de «¿puedo hablar con el encargado?», todos somos críticos de nuestros entornos diseñados. Por tanto, parece extraño, si no indignante, que la crítica del diseño sea una práctica considerada de alta para pocos en lugar de baja para todos. El diseño nos pertenece a todos y, por tanto, su crítica también […] La crítica de diseño, como acción y/o práctica, puede considerarse de alto nivel, lo que significa que los críticos de diseño suelen escribir críticas de diseño para un público formado por otros críticos de diseño, académicos, directores de museos y aficionados. ¿Cómo podemos hacer que la crítica de diseño sea más accesible, incluso más inclusiva? ¿Cómo podemos convertirla en una crítica para todos en lugar de una crítica para unos pocos? (Van Der Veer, 2021, pp.10-11).

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El diseño crítico y especulativo se puede utilizar para promover cambios que aún no se han dado o imaginar posibles escenarios que podrían darse desde una perspectiva crítica. En otros campos como la arquitectura la especulación y las propuestas de ficción son aceptadas ya que se les reconoce su capacidad reflexiva sobre futuras condiciones sociales o políticas (un claro ejemplo es el trabajo de arquitectos como Archigram, Superstudio, Lebbeus Woods o Future Systems). A pesar de ello, esta tendencia se está invirtiendo y muchos estudios de diseño que realizan trabajos comerciales dedican parte de su tiempo en realizar otro tipos de proyectos más allá de su función pragmática. En el ámbito del diseño gráfico, este tipo de planteamientos se ven como una devaluación de la profesión ya que no responden a una cuota de mercado determinada, y por lo tanto, no se les reconoce una función pragmática, realista o útil. Asimismo, el diseño especulativo puede ser entendido de múltiples formas, por una parte podemos especular sobre algo que todavía no se ha realizado o sobre algo que se puede mejorar; especulamos en un sentido utópico o distópico, es decir, la especulación en el diseño y el diseño de ficción se pueden utilizar para promover cambios que aún no se han dado, o imaginar posibles escenarios que podrían darse desde una perspectiva crítica. La ficción tiene que ver con la invención, como una forma para imaginar posibles futuros; la especulación en cambio tiene diferentes significados dependiendo del contexto en el que el término se use (el financiero puede ser uno de ellos). Especular, a su vez, tiene que ver con examinar, mirar, reflexionar y hacer suposiciones. El diseño especulativo debe ser entendido desde el diseño crítico, una corriente de pensamiento en el diseño que utiliza los métodos del diseño para hacer declaraciones sobre cuestiones sociales, políticas, económicas y culturales, o sobre la propia disciplina. Generalmente el diseño crítico se relaciona o vincula estrechamente con la escritura crítica sobre el diseño, pero este va más allá de la escritura crítica ya que genera mensajes u objetos que evidencian esa crítica a través de lo visual y lo verbal, incluso estos mensajes u objetos pueden ser considerados como superfluos en un sentido convencional, pero lo realmente importante es que estos “son portadores de significado que afirman su presencia”.

Desde el concepto de autoría en el diseño podemos entender el diseño crítico y las prácticas especulativas ya que ambos comparten dos principios básicos. El primero de ellos es que se originan a partir de la propia iniciativa del diseñador o diseñadora, es una acción que no requiere del encargo de un cliente siendo este el responsable del tema, contenidos, formas, procesos, materiales, estética y usuarios finales. El segundo principio compartido es la politización del punto de vista del diseñador o la diseñadora, ya que las preguntas que se plantean son cuestiones que surgen de sus preocupaciones personales. Los temas a tratar son muy diversos: consumo, privacidad, emergencia climática, género, tecnología, o la globalización, por citar algunos. En ese sentido, el diseño especulativo, las prácticas especulativas y el diseño activista, convergen e incluso se superponen reclamando un papel más activo en la construcción de imaginarios que nos permitan interrogar la sociedad y así provocar una reacción en sus audiencias.

Las prácticas especulativas y de ficción se han desarrollado principalmente en el ámbito del diseño de producto gracias al trabajo de diseñadores como Anthony Dunne y Fionna Raby, y sus textos Speculative Everything. Design, Fiction, and Social Dreaming, o Hertzian Tales Electronic Products, Aesthetic Experience, and Critical Design. Sus investigaciones ponen de relieve la importancia de la investigación y de la exploración como herramientas de desarrollo en el ámbito del diseño, estas se basan en el “qué pasaría si”, un territorio cada vez menos explorado y por lo tanto más interesante que la investigación aplicada. La investigación en el diseño en la actualidad solo responde a la aplicabilidad de los resultados, se ciñe a la viabilidad económica y la producción de beneficios a corto plazo.

El diseño crítico y especulativo cuestionan el status quo en relación a las prácticas y estéticas establecidas, pero en una era de inestabilidad social, política, económica o medioambiental, los profesionales del diseño deberían hacer más preguntas y reflexionar sobre nuestro papel en la sociedad.

A pesar de la importancia que ha tenido el diseño crítico y especulativo en los círculos académicos de todas las escuelas de arte y diseño de forma global, el término parece haber llegado a un estado de agotamiento y, tal como señala Daniel Van der Velden, este:

«se acuñó para describir propuestas especulativas que estudian posibles futuros sociales y tecnológicos para la sociedad. Se suponía que estas tentadoras hipótesis debían involucrar al público en un debate sobre cuáles de estos futuros eran deseables y cuáles no” (Van der Velden, 2020, p.57).

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A lo largo de los últimos años el diseño crítico parece que ha perdido parte de su capacidad para interpelar a la sociedad y quizás es solo una etiqueta que habilita a los profesionales del diseño para situarse más allá de los márgenes de la disciplina. Es un lugar considerado como exótico pero que, por el mero hecho de colocarse allí, corre el riesgo de quedar totalmente desactivado. Los profesionales y alumnado en diseño suelen sentirse incómodos con la idea que representa el diseño en la actualidad. Existe mucha literatura sobre cómo el diseño está ligado a las diferentes crisis3 que tenemos que abordar, por eso el diseño se ha convertido en ese sitio incómodo del que nos queremos alejar. Huimos buscando prácticas disidentes que aparentemente nos legitimen como personas realmente comprometidas con el cambio social y estructural en el que estamos enmarañados. Nos llamamos críticos e incluso activistas aunque nuestras acciones distan mucho de serlo. La palabra activismo ha perdido también parte de su carga política y se utiliza en todos los contextos posibles, hasta en el publicitario: “somos activistas del cambio”4”. El semiocapitalismo se ha apropiado de su valor y lo ha neutralizado sin que podamos hacer nada al respecto. A pesar de ello, el activismo sigue ocupando un lugar en nuestro mapa cognitivo a través de imágenes de todo tipo: revoluciones estudiantiles, protestas, campañas, acciones, en el arte y así sucesivamente. Sin embargo, parece que en la actualidad no tenemos nada por lo que luchar: no tenemos utopías que alcanzar. Nuestras acciones como mucho se limitan a publicar imágenes, noticias o memes en las redes sociales. Tal y como argumenta Ruben Pater (2020), la pandemia del Covid 19 ha puesto de manifiesto la falta de compromiso por parte de los profesionales del diseño frente a situaciones adversas. Nos conformamos con crear carteles o especular a través de objetos hiperbólicos que en definitiva tan solo son imágenes que representan ideas sobre la realidad y los problemas de los diseñadores y las diseñadoras. Estas intervenciones, -lejos de poder ser consideradas como críticas o activistas-, no dejan de ser una mera autopromoción. Diseñadores pensando en los problemas de los diseñadores, o diseñadores críticos involucrados en los problemas de las personas privilegiadas y olvidándose de aquellos que no están representados y no tienen voz en el sistema dominante. Hemos perdido parte de nuestra capacidad crítica y, tal y como señala Geert Lovink:

“Para la generación del baby boom anterior a Internet, la alfabetización era sinónimo de la capacidad de cuestionar fuentes, deconstruir opiniones y leer ideología en mensajes casi neutrales. Hoy en día, el significado de alfabetización ha cambiado, refiriéndose a la capacidad de los ciudadanos para producir su propio contenido en forma de respuestas, contribuciones, publicaciones en blogs, actualizaciones de redes sociales e imágenes subidas a canales de vídeos y sitios para compartir fotos” (Lovink, 2019, p.41).

Además de esa falta de alfabetización de la que habla Lovink, también nos hemos vuelto perezosos y nuestras acciones se median a través de mensajes, likes y todo tipo de material gráfico que subimos a las redes. Nuestra actitud dice mucho sobre nuestra incapacidad para comprometernos por un cambio social realmente profundo. Ahora somos activistas de bajo perfil, de dormitorio, de tren, de pasatiempo o de tristeza6. Este cambio en la manera de involucrarnos en las luchas sociales es lo que realmente me preocupa. Siguiendo a Evgeny Morozov, el problema es que las personas comiencen a alejarse de formas más convencionales de activismo para adoptar otras más difusas. Esto puede provocar que las personas que en el pasado hubieran tenido un compromiso real con el activismo, ahora dejen de hacerlo (Morozov, 2009). Esa pereza por llevar a cabo un activismo más comprometido me hace pensar que tal vez consideramos que no estamos asistiendo a ninguna revolución realmente radical, algo que me parece todavía mucho más preocupante. A pesar de ello, nos encontramos más cómodos abanderando la palabra “crítico” que activista, sin comprender tampoco muy bien qué es lo que implica. Ser un diseñador crítico puede ser todo y nada al mismo tiempo. Tal y como señala Daniel Van der Velden, “en relación con el diseño y su educación se oye con frecuencia la palabra «crítica». La capacidad de un diseñador para cuestionar y debatir se considera casi por defecto como una virtud” (Van der Velden, 2020, p.57). Y es esa virtud la que reclamamos siendo diseñadores críticos, buscamos un papel más activo que nos permita reflexionar e interrogar lo que hacemos. Pero el diseño crítico se ha convertido en un discurso que en muchas ocasiones se establece de manera unidireccional entre diseñadores-diseñadores7.

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Por otra parte, parece que estamos más interesados en crear nuevas etiquetas de manera sucesiva, -algo que en un principio no debería ser un problema siempre que aporten una lente diferente con la que observar el diseño y sus prácticas-, pero tampoco podemos quedarnos en eso. El diseño como discurso, el diseño como actitud8, el diseño como medio9, han aportado visiones diferentes en la manera de entender el diseño y han realizado grandes aportaciones en la transformación del diseño como disciplina. Pero el diseño crítico se ha expandido y es tan polisémico que puede perder, al igual que el activismo, toda su carga política o contracultural. William Morris, Victor Papanek, Ken Garland, las protestas de mayo del 68 y colectivos asociados como Grapus o Atelier Populaire, los provo, Wild Plakken, Willem Sandberg o Jan Van Toorn, son algunos de los diseñadores activistas y críticos que me vienen a la mente. Pero incluso diseñadores críticos como Victor Papanek o Ken Garland han sido cuestionados por cómo plantean sus reivindicaciones. En el caso de Victor Papanek es obvio que su particular visión sobre cómo abordar el “diseño para un mundo real” entraña sesgos colonialistas al impulsar el pensamiento occidental y sus lógicas de consumo y utilidad en contextos que no lo necesitaban. Papanek fabricó televisores para africanos, un revólver de bajo costo para el control de las alimañas en las zonas rurales de Estados Unidos o una radio que funcionaba con estiércol para las comunidades rurales de Indonesia (Clarke, 2021). Papanek no solo fue cuestionado por la visión colonialista de sus diseños, también por su vinculación con el ejército de los Estados Unidos, que fue objeto de crítica por parte de Gui Bonsiepe al considerar que sus diseños son un disfraz de neocolonialismo y un medio para difundir propaganda pro-estadounidense en países mayoritariamente analfabetos (Clarke, 2021). A pesar de sus conflictivas visiones sobre ese “mundo real”, la figura de Papanek encarna el ideal del diseñador como filántropo y en muchos casos aparece como uno de los pioneros del diseño social, pero: ¿Qué diseño y qué social?; ¿Para qué mundo y para qué realidades? De la misma forma, si revisamos bajo la lente de los estudios feministas y colonialistas el manifiesto First Things First de Ken Garland publicado en 1964, podemos observar que este se centró en los problemas del primer mundo y en la relación entre diseño y capitalismo, pero obvió otras problemáticas inherentes al sistema como son la discriminación de género, el racismo, el clasismo, las luchas LGTBIQ+, entre otras. Estas tensiones son inherentes al sistema capitalista y por lo tanto, se deben abordar en su conjunto. No será hasta su edición del 2020 donde muchas de estas consideraciones se tomarán en cuenta gracias a la actualización del manifiesto por parte de diseñadores y estudiantes de diseño:

“El cambio climático está ligado estrechamente al dominio de clases, razas y géneros, ya no podemos seguir presionando únicamente por la sostenibilidad, sino que debemos crear nuevos sistemas que anulen y remedien lo que se ha hecho”10

Por otra parte, el Manifiesto de Utrecht publicado en 2015 y del que formó parte el crítico en diseño Max Bruinsma, trata de situar el diseño como un catalizador para la innovación social. El manifiesto pivota a través de seis puntos clave para conseguirlo: 1. Comprometerse con la sociedad; 2. Diseñar socialmente; 3. Actuar de forma sostenible; 4. Conectar la ética y la estética; 5. Aspirar al compromiso y 6. Ser crítico.11. Sobre tener una postura crítica en el diseño dice lo siguiente:

““El diseño ejerce su influencia en un campo cada vez más amplio de actividades y relaciones humanas, entre los ciudadanos y entre éstos y las instituciones. Por ello, los diseñadores comparten cada vez más la responsabilidad de facilitar una sociedad abierta y justa. En este contexto, la propia postura crítica del diseñador es esencial” (Bruinsma, 2016).

Parece que todo son buenas intenciones, pero este discurso lo llevamos escuchando en conferencias de diseño a lo largo de los años. Lo que más me sorprende es la manera en la que se aborda la cuestión de la sostenibilidad. Actuar de forma sostenible lleva implícito creer en la sostenibilidad como una forma de mejorar el mundo, pero este enfoque me parece erróneo. La sostenibilidad implica hacer las mismas cosas de forma diferente, pero sabemos que eso es inviable y, además, esa supuesta sostenibilidad crea brechas sociales entre las personas que pueden seguir acumulando recursos y las que están sometidas a las leyes de la austeridad. Debemos pensar de manera diferente y eso implica repensar el sistema en su totalidad12.

La crítica en el diseño ha existido de forma transversal a lo largo del tiempo, pero nuestra contemporaneidad está marcada por una serie de crisis estructurales que son muy difíciles de abordar e incluso llegar a entender debido a su complejidad relacional. Ya no se trata de señalar la relación entre diseño-capitalismo y sus implicaciones en los países del globo norte, ahora debemos tener una visión más holística sobre las tensiones que están provocando la inviabilidad de una vida futura en nuestro planeta y es por ello que el diseñador activista así como el diseñador crítico se enfrenta a problemáticas más complejas que azotan nuestro mundo.

Parece que el diseño solo tiene la capacidad de aportar valor y diferenciación. Todos nuestros deseos son divisibles, multiplicables y replicables, de manera que el diseño se ocupa de tratar de “satisfacer” todas nuestras formas y maneras de ser alienados en el mundo, entendiendo aquí la necesidad y el deseo intrínsecos a nuestro modelo social, que en muchas ocasiones se basa en valores y creencias impuestas por el mercado. El diseño se ocupa de las necesidades cuidadosamente elaboradas y fragmentadas de nuestra sociedad capitalista, es por ello que tratar de escapar de esta relación se nos presenta como algo inalcanzable. Pero el diseño no es solo una forma de explotación del mundo, también tiene la capacidad de conformarlo de forma honesta y resonante.

NOTAS:

1. El término hace alusión a la definición propuesta por Ramia Mazé sobre los tres modos de ejercer una práctica crítica sostenida en el tiempo. Para más información véase: Mazé, Ramia. «Critical of what.» Iaspis forum on design and critical practice: The reader. 2009.

2. La cuestión sobre si el diseño crítico es arte o no, es algo que se ha discutido a lo largo del tiempo. Algunos trabajos que abordan esta cuestión son: Sánchez Rubio, Dionisio. «Nuevas tipologías en el estudio de las prácticas del diseño gráfico contemporáneo.» EME Experimental Illustration, Art & Design 4 (2016): 78-89. Bardzell, J., & Bardzell, S. (2013, April). What is» critical» about critical design?. In Proceedings of the SIGCHI conference on human factors in computing systems (pp. 3297-3306). Koskinen, I., Zimmerman, J., Binder, T., Redstrom, J., & Wensveen, S. (2011). Design research through practice: From the lab, field, and showroom. Elsevier.

3. Para una revisión exhaustiva de la relación entre diseño y capitalismo véase: https://mwizinsky.net/Design-After-Capitalism, y Design after Capitalism MIT Press, 2022. https://mitpress.mit.edu/books/design-after-capitalism.

4. Hace alusión a un anuncio publicitario de DKV en el que se nos insta a tener un papel activo frente al cambio climático. Pero, básicamente, -y siguiendo los argumentos del filósofo Slavoj Žižek-, pagamos nuestra cuota “activista” adquiriendo el producto o servicio que se nos ofrece.

5. Algo que aborda Marina Garcés en Nueva ilustración radical, 2017; pero también Layla Martínez en su libro Utopia no es una isla, 2020.

6. El término tristeza hace alusión al libro Tristes por diseño: las redes sociales como ideología de Geert Lovink. También hace referencia al ciberactivismo, hacktivismo y slacktivismo.

7. Para ver una evolución exhaustiva sobre la evolución del diseño crítico y sus múltiples variaciones a lo largo del tiempo, véase: Tharp, Bruce M., and Stephanie M. Tharp. Discursive design: critical, speculative, and alternative things. MIT Press, 2019.

8. Rawsthorn, A. (2018). Design as an Attitude. Zurich, Switzerland: JRP Ringier.

9. Easterling, K. (2018). Medium design. Moscow: Strelka Press.

10. https://www.firstthingsfirst2020.org/spanish. Para más información sobre la actualización del manifiesto véase: https://eyeondesign.aiga.org/why-ken-garlands-first-things-first-manifesto-keeps-getting-updated/

11. Bruinsma, M. (2016). Introduction of The Utrecht Manifesto. Design Issues, 32(2), 37-42.

12. Algo que sí están haciendo desde el diseño para las transiciones, el defuturing de Tony Fry o el diseño para el pluriverso de Arturo Escobar.

REFERENCIAS:

Bruinsma, M. (2016). Introduction of The Utrecht Manifesto. Design Issues, 32(2), 37-42.

Clarke, A. J. (2021). Design for the Real World. Contesting the Origins of the Social in Design. En Mareis, C., & Paim, N. (2021). Design struggles: intersecting histories, pedagogies, and perspectives. Amsterdam: Valiz.

Dunne, A., & Raby, F. (2013). Speculative everything: Design, fiction, and social dreaming. MIT Press.

First Things First. Un Manifiesto. Edición 2020. (2020). First Things First 2020. https://www.firstthingsfirst2020.org/spanish.

Fry, T. (2017). Design after design. Design philosophy papers, 15(2), 99-102.

García-Estévez, N. (2018). Origen, evolución y estado actual del activismo digital y su compromiso social. Ciberactivismo, hacktivismo y slacktivismo. En II Congreso Internacional Move.net sobre Movimientos Sociales y TIC (2018), p 139-156. Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social de la Universidad de Sevilla (COMPOLÍTICAS).

Hartnett, J. P. (2021). Ontological Design Has Become Influential In Design Academia – But What Is It? https://eyeondesign.aiga.org/ontological-design-is-popular-in-design-academia-but-what-is-it/

Laranjo, F. M. (2017). Design as criticism: methods for a critical graphic design practice (Doctoral dissertation, University of the Arts London).

Lovink, G. (2019). Tristes por diseño: las redes sociales como ideología (Vol. 2). Consonni.

Morozov, E. (2009, May 19). The brave new world of slacktivism. Foreign Policy. https://foreignpolicy.com/2009/05/19/the-brave-new-world-of-slacktivism/

Pater, R. (2020, June 17). . [Archivo de Vídeo]. Vimeo. https://vimeo.com/435334104.

Tharp, B. M., & Tharp, S. M. (2019). Discursive design: critical, speculative, and alternative things. MIT Press.

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Wizinsky, M. (2022). Design After Capitalism. https://mwizinsky.net/Design-After-Capitalism