Notas para un futuro incierto

Preámbulo: equipo A tientas

Este artículo, más que un artículo, va a ser un compendio de notas. Notas sobre dos ámbitos en los que el diseño se intersecciona con el futuro: el diseño de futuros y el futuro de la profesión en sí. Como notas finales, hablaremos de diseño transicional, no como un campo más del diseño o como una práctica emergente, sino como un enfoque respecto al uso de las herramientas del diseño para afrontar los cambios a los que nos enfrentamos. Una manera de situar el diseño en el aquí y el ahora.

Diseño de futuros

El término diseño de futuros ha generado discordia dentro del mundo del diseño. Mientras algunos, como el profesor Jorge Camacho, abrazan el término y las posibilidades que brinda este área al campo del diseño, otras personas, como Elisabet Roselló, opinan que es un nombre muy seductor a modo de eslogan para una práctica que es imposible, ya que el futuro (o al menos como lo entendemos desde nuestra concepción lineal) no se puede diseñar. Esta discordia es en realidad una cuestión de terminología, que viene por la traducción del término original en inglés design future, cuya traducción más literal sería “futuro de diseño”. Sin embargo, la construcción “de diseño” en español tiene otras connotaciones, y la traducción más adecuada realmente sería diseño prospectivo. Sin embargo, se ha difundido el uso del término diseño de futuros por su potencial descriptivo sobre la práctica en sí.

Más allá de discusiones terminológicas, el término diseño de futuros ha sido utilizado por distintos autores para designar la intersección entre diseño, prospectiva estratégica y estudio de futuros. En esa intersección se articulan diversas prácticas específicas: artifacts from the future, design fiction, speculative design, experiential futures, etc1.

La siguiente ilustración es el cono de futuros de Joseph Voros, la representación gráfica más popular de los distintos tipos de futuros. Acompañando a esta ilustración, adjuntamos otro diagrama elaborado por Elisabet Roselló que incluye el matiz de la “percepción de la realidad”, ya que existen tantos mundos como personas. Por tanto, el cono de Joseph Voros parte del “yo” y de las visiones propias de los futuros posibles ya que, de otra manera, estaríamos cayendo en “universalismos” inciertos y dando por supuesto que solo existe una realidad “buena” y una manera de ser “bien”.

Cono de futuros de Joseph Voros, redibujado por Elliot P. Montgomery. Existen decenas de variaciones de este cono, pero esta es una representación simplificada y útil de los principales tipos de futuros.

En este diagrama, Elisabet Roselló solo habla de los futuros probables y su lugar en la intersección entre la realidad y la experiencia, y entre lo posible y las expectativas.

Diseño de futuros es un término creado para agrupar una serie de prácticas emergentes que se encuentran en la intersección previamente mencionada. Por tanto, no es un término cerrado, con una definición clara y una serie de normas sobre lo que es o no es. Acota, bajo un término paraguas, una serie de prácticas emergentes cuyo centro intelectual es el estudio de futuros: puede ser desde un perspectiva positiva, intentando dar soluciones a problemas que están por venir; desde una perspectiva crítica, renderizando una distopía y haciéndola visible a través de imágenes, story-telling y objetos diegéticos; desde una perspectiva estratégica, buscando futuros más deseables en la intersección entre las expectativas y lo plausible; o desde cualquier otro punto del espectro de posibilidades que brinda este campo. En el siguiente diagrama se puede ver como que dentro del campo del diseño especulativo encontramos el diseño crítico, el diseño-ficción y el diseño de futuros, en una relación (en distintas proporciones) entre el diseño, la estrategia y el arte.

Este mapa, elaborado por Elliot P. Montgomery, tiene la intención de mapear las áreas relacionadas con el diseño especulativo con el objetivo de ubicarlas en relación con otros campos.

Más adelante, el investigador Masaki Iwabuchi, amplió este diagrama y añadió más prácticas, además de elaborar el segundo diagrama que, en formato tabla, muestra la ubicación de algunas de estas prácticas emergentes (las más populares) respecto a dos ejes que definen su campo de acción.

Para entender estas nuevas prácticas, es necesario entender cómo ha cambiado el rol de lxs diseñadorxs en los últimos años. A través de una transformación lenta, y distintas idas y venidas respecto a la función de lxs diseñadorxs en la sociedad, se pueden definir en la actualidad (ya que no es un proceso acabado) 4 órdenes en el diseño según publicó Richard Buchanan en Wicked problems in design thinking.

Esquema de los 4 órdenes que define Richard Buchanan. El tamaño de cada orden no tiene que ver con su importancia sino con el aumento de la complejidad y la implicación de los primeros órdenes (los más pequeños) en el proceso de diseño de los últimos (los más grandes).

La definición más simple del diseño, según algunos autores, sería: la especificación completa de un objeto. Sin embargo, el cambio de rol de lxs diseñadorxs, y su introducción en el mundo de la gestión y la resolución de “problemas intrincados”, obliga a la aparición de otros órdenes de mayor complejidad. Por tanto, esa definición solo es aplicable al primer y segundo orden, mientras que el tercero y el cuarto no definen objetos sino servicios, experiencias, sistemas, etc. y se basa en conceptos, visiones e intervenciones que buscan acercar la realidad a lo deseable.

Tras 50 años siendo conscientes de los límites del planeta y del surgimiento del diseño social, responsable y ecológico, todavía seguimos debatiendo sobre si estos campos son legítimos o siguen siendo un territorio a parte de la práctica hegemónica del diseño. Estas nuevas prácticas pueden ayudarnos a reintroducir estos temas en la sociedad actual y explorar nuevas maneras de diseñar. No todo es el mercado, aunque Margaret Thatcher dijera que “no hay alternativa posible”. Hay que diseñar nuevos mundos y no darlo todo por perdido.

El “futuro” del “diseño”

Entre muchas comillas, nos atrevemos nosotros mismos a hacer un ejercicio de diseño de futuros y aventurar lo que podría ser el diseño en el futuro. Está claro que nos enfrentamos a nuevos problemas, y que el diseño puede tomar partido en su solución o ayudar a visualizarlos al menos.

Cada vez somos más lxs diseñadorxs que buscamos responder con nuestra herramientas a las múltiples crisis a los que nos enfrentamos, ser más sensibles a nuestro entorno y comprender el impacto de nuestra práctica. Un cambio de enfoque repecto al habitual que se orienta más hacia servir a la sociedad en vez de resolver problemas para la industria, lo cual implica, inevitablemente, un enfoque político hasta hace poco inusual en el diseño. En estos tiempos de polarización política, es necesario puntualizar que aunque afirmemos que todo acto sea político, este término no es una alusión directa a la política. De hecho, esta distinción terminológica2 es, en gran parte, un factor que ha influenciado la popularidad de este nuevo enfoque dentro de unas generaciones (y una sociedad en general) que cada vez cree menos en “la política”.

Esta distinción ha sido extremadamente útil para reimaginar lo político, reconocerlo en diferentes esferas de la sociedad y superar la tendencia a reducir lo político a algo derivado de instituciones separadas, donde es procesado y administrado por grupos especiales de personas en nombre de otros3.

«Política» se refiere principalmente a la organización institucional de la sociedad. Es un término que describe un sistema social funcional que está conectado con las instituciones de poder, aplicación, regulación, control y vigilancia, así como con grupos políticamente activos como los políticos, sus partidos y sus electores. Está ligado al Estado y constituye una esfera social específica. Se involucra principalmente en la creación de un orden normativo y establece o deconstruye estándares morales.

Por el contrario, el concepto de «lo político», tal como lo han utilizado en los últimos años teóricos como Claude Lefort, Jacques Rancière, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, no es idéntico al de la política. Precedió a este concepto y no apunta a definir un espacio administrativo para la política. Se centra en las prácticas sociales en las que se negocia la socialidad, el debate sobre cómo queremos vivir, quién pertenece a ese «nosotros», qué significa la vida y qué caminos nos pueden llevar a nuestras metas. Chantal Mouffe parte del supuesto de que lo político, como proceso de agitación y cambio, interrumpe lo social y al mismo tiempo lo mantiene en movimiento, estructurándolo y manteniéndolo unido.

En muchas ocasiones, lxs diseñadores buscan la “neutralidad” (cosa que es imposible, ya que TODO acto está situado en el espectro de lo político) y alejarse de un posicionamiento político que consideran que no debería trascender de lo personal a su práctica. Esta situación viene de lejos y Almodóvar resume muy bien el interés de estxs diseñadorxs en una frase que pronuncia la actriz Aitana Sánchez Gijón en Madres paralelas:

Yo soy apolítica. Mi trabajo es gustar a todo el mundo

Ya en la Bauhaus existieron problemas sobre si ser o no ser apolíticos. En los tiempos convulsos de la Alemania de los años 20 y 30 del siglo pasado, el posicionamiento político de la Bauhaus (a ojos de los nazis promulgaban una ideología judío-socialista), podía ser, y lo fue, un problema. Mientras Walter Gropius, primer director de la Bauhaus, defendía (por cuestiones estratégicas) la “neutralidad política”, autores como Adolf Behne criticaban que esto no tenía sentido y “atestiguaba una comprensión burguesa y problemática del arte.” “El arte es profundamente político y colectivo y nadie podría ser apolítico en un mundo político”. Practicar la abstinencia política solo reforzaría las relaciones de poder existentes y el orden imperante; por tanto, esta postura también es un acto político.

Cuando la arquitectura, la planificación y el diseño surgieron como disciplinas que dieron forma a los procesos de modernización cultural, técnica y social de principios del siglo XX, se popularizó la idea de que arquitectxs y diseñadorxs podían ser técnicos neutrales. Tenían pretensiones universalistas, lo que tras un análisis posterior se puede ver que no es más que la continuación del relato colonialista y niega la existencia del pluriverso del que nos habla Arturo Escobar. El entusiamo tras el éxito alcanzado a través de la “cientificación” y “racionalización” de campos como la administración, la industria, el gobierno o la guerra, se extendió al diseño. En el diseño moderno, el objetivo era aprovechar la idea de neutralidad científica y el ideal de objetividad absoluta. Este modelo conceptual del diseño sigue siendo influyente hoy en día.

Durante los años 60 y 70, hubo un pico en el mundo del arte, la arquitectura y el diseño, de movimiento que renunciaban a estas visiones universalistas, apolíticas y “neutras”, y exploraban otras áreas: desde lo social, lo ecológico, lo crítico, lo especulativo… se generaron propuestas que nada tenían que ver con lo habitual en el diseño de ese momento. Sin embargo, como ya hemos comentado, en los años 80 el diseño se convirtió en algo hiper-comercial fagocitado por el capitalismo

Los diseñadores de orientación social como Victor Papanek, que se celebraron en la década de 1970, ya no se consideraban interesantes; se consideraba que no estaban sincronizados con el potencial del diseño para generar riqueza y proporcionar una capa de brillo de diseño a todos los aspectos de nuestra vida diaria. Había algo bueno en esto: el diseño fue adoptado por las grandes empresas y entró en la corriente principal, pero por lo general solo de la manera más superficial. El diseño se integró por completo en el modelo neoliberal de capitalismo que surgió durante la década de 1980, y todas las demás posibilidades para el diseño pronto se consideraron económicamente inviables y, por lo tanto, irrelevantes4.

Es en los años 90 cuando surge el diseño crítico, de nuevo, como una respuesta a la postura de los diseñadores de los 80 abducidos por el capitalismo y, desde entonces y a partir de esa base “crítica” han surgido los campos del diseño especulativo, diseño-ficción y otros campos que, lejos de predecir o solucionar problemas, revelan posibilidades alternativas y trayectorias ocultas o inadvertidas de la cultura, la tecnología, el medio ambiente o las tendencias socio-políticas. Estas prácticas todavía se mantienen en el territorio de lo exótico, pero la crisis de 2008 y la actual crisis multi-factorial (pandemia, guerra, crisis económica, crisis política…) han aumentado el deseo de otras formas de administrar nuestras vidas en relación con la economía, el estado, el mercado, la ciudadanía y las formas de consumo.

Esta insatisfacción con los modelos existentes, junto con las nuevas formas de democracia de abajo hacia arriba mejoradas por las redes sociales, hacen que este sea un momento perfecto para revisar nuestros sueños e ideales sociales y el papel del diseño para facilitar visiones alternativas, y para ello hay que pensar en cómo dar a las futuras generaciones la herramientas necesarias para ello. El creciente número de diseñadores interesados ​​en alejarse del consumismo y acercarse al ámbito «social», en su mayoría, no están equipados con las herramientas y los métodos adecuados para abordar los problemas que están tratando.

Es hora de reorientar el diseño lejos de los expertos en encontrar soluciones que sirven a la industria (las tradiciones funcionales, racionales e industriales), hacia un tipo de racionalidad y un conjunto de prácticas en sintonía con la dimensión relacional de la vida. [Esto] Requiere un replanteamiento completo hacia una imaginación radical, que comienza con la abolición de las fronteras entre el diseño en sí mismo y repensar el diseño de nuevo.

Si bien el diseño está comenzando a expandir sus dimensiones disciplinarias, conceptuales, teóricas y marcos metodológicos para abarcar disciplinas, actividades y prácticas cada vez más amplias, el proceso avanza lentamente. Es necesario ampliar la definición de diseño y abolir las barreras entre disciplinas.

Una disciplina no es eterna, no puede sobrevivir a su propósito. Toda disciplina “enfrenta el problema de tener que exceder el alcance de su objeto de investigación”. A veces hay problemas y preguntas que el diseño no puede abordar por sí solo5.

Se podría decir que el futuro de la profesión del diseño, al menos el futuro reciente, no va a ser un futuro como tal. Se encuentra, al igual que toda la sociedad, en un proceso de transformación que autores como Ezio Manzini o Arturo Escobar describen como “la gran transición”. Una gran transición social, ecológica, política e incluso epistemológica en cuanto a lo que entendemos por “mundo”, “realidad” y “humano”. Términos que, aunque consideremos neutros, definen una manera de ser y entender creada y universalista. Por tanto, toda acción de diseño que tenga un mínimo posicionamiento político y crítico con el estado actual de las cosas, independientemente de la práctica de la que surja, se puede englobar bajo el término diseño transicional. Un término que no tiene que ver con la práctica en sí, sino con la acción de diseño situada en el momento histórico actual.

En nuestra visión lineal del tiempo, no podemos predecir el futuro porque todavía no existe. Sin embargo, sí podemos como diseñadorxs, buscar herramientas y métodos alternativos a los tradicionales para construir mundos mejores (y no sólo desearlos). Sembrar el porvenir con el fin de crear un impacto positivo. A veces el futuro parece un término del pasado, pero podemos vislumbrar cómo el diseño estará mucho más cerca de las humanidades y las ciencias sociales.

Por humanidades ya no podemos referirnos únicamente a las disciplinas teóricas “de letras”, sino a todas aquellas actividades (ciencias, artes, oficios, técnicas, prácticas creativas…) con las que elaboramos el sentido de la experiencia humana y afirmamos su dignidad y su libertad. Ya no nos orienta la división entre ciencias y letras, teoría y práctica, saber académico y saberes informales. Necesitamos comprender lo que hacemos a partir de problemas comunes que atraviesan lenguajes, prácticas y capacidades diversas.

NOTAS:

1. Camacho, Jorge. (2019) El futuro como objeto de intención. https://medium.com/@j_camachor/el-futuro-como-objeto-de-intenci%C3%B3n-73675f379c86

2. Esta emancipación de “lo político” respecto a “la política” viene de la obra de 2007 El Pensamiento Político Posfundacional de Oliver Marchart.

3. Mareis, C., Greiner-Petter, M., & Renner, M. (2022). Critical by Design?: Genealogies, Practices, Positions. transcript Verlag. Pp. 256-257.

4. Dunne, A., & Raby, F. (2013). Speculative Everything: Design, Fiction, and Social Dreaming. MIT Press.

5. Mareis, C., Paim, N., Chatterjee, S., Abdulla, D., Ahmed, T., Anastassakis, Z., Bruder, J., & Buckley, C. (2021). Design Struggles: Intersecting Histories, Pedagogies, and Perspectives. Valiz. P. 234.